Tras sus primeros escarceos en el mundo vinícola en Menorca, Carlos Esteva decide en el año 1979 ir a vivir a la finca de su abuelo, Can Ràfols dels Caus con el fin de regenerar la explotación de los viñedos con la introducción de nuevas variedades y nuevas formas de cultivo para los suelos que se encuentran el Massis del Garraf, paisaje único, austero y bello. Tras 25 años de trabajo, se construye una nueva bodega incrustada en el Garraf con el objetivo de potenciar la cualidad de sus vinos y trabajar de forma diferente las microvinificaciones.
Sus vinos luchan por lo invisible, tienen algo que va mucho más allá de lo que podemos percibir con nuestros sentidos.
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